Sebastián Alejandro Vallejo Rivera recuerda que, cuando era niño, pasaba los fines de semana con su familia en una finca que tenían cerca de El Yunque.
Se trasladaban de Caguas a Naguabo y se acomodaban en un bohío que su papá construyó. Cuando se metía el frío de la montaña, era hora de cocinar.
Si no eran sopas de salchichón, mi papá hacía unas bolitas de mofongo y ahora mi hermana las usa en el restaurante. Eso es de la infancia.
Su hermana - Natalia Lucía Vallejo Rivera - tiene recuerdos de otra finca, la de sus abuelos paternos, un espacio idílico en las montañas de Gurabo.
Allí siempre han habido muchos encuentros de familia alrededor del fogón. Platos típicos, fricasé, sancocho, carne frita, ñame, conejo. Mi abuelo corta la leña, la seca, la acomoda, tiene todo un proceso.
También se hacía caldo de gallina y Natalia creció con el sabor de esa sopa hecha a la leña.
Cuando abro el proyecto, empecé a hacer caldo de gallina y metí el mofonguito que Papi hacía. En la comida puertorriqueña, el mofongo es bien importante y por eso lo metí en ese caldo que para mí es ancestral.
Los hermanos crecieron rodeados de arte, particularmente el de su padre, el pintor Orlando Vallejo.
Sebastián pasaba horas dibujando, especialmente imitando los cómics que coleccionaba.
Mi papá decía que eso era lo más importante. Que si quería aprender a pintar, tenía primero que aprender a dibujar.
Su futuro como artista empieza cuando entra a la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. En el departamento de Bellas Artes, tuvo como profesor al grabador y pintor Martín García, así como al pintor y artista gráfico Rafael Rivera Rosa.
Por su parte, Natalia comienza a estudiar Nutrición y Dietética, también en la UPR. En su segundo año se va de intercambio a la Universidad Complutense de Madrid, viaje que aprovecha para coger talleres intensivos de flamenco.
La academia de flamenco quedaba en los altos de un mercado. Yo bajaba de la clase, compraba cosas y me iba a la casa a cocinar. Así es que descubro que me encantaba cocinar y no sabía que eso se estudiaba.
Al regreso de Madrid, se matricula en la Escuela Hotelera de San Juan pero no era lo que esperaba. Buscando escuelas culinarias fuera de Puerto Rico, termina estudiando en el instituto Mausi Sebbes en Argentina.
La escuela tenía una fuerte base francesa. Me pegué en la lotería porque yo pagaba bien poquito y era una escuela bien buena. Siento que salí con una base sólida, justo lo que necesitaba para lo que vendría después.
Sebastián se gradúa de la UPR en el 2004 y pasa varios años pintando antes de pensar en la posibilidad de ir a escuela graduada.
Su amigo Ángel Otero se había mudado a Chicago tras recibir una beca para completar el bachillerato en la School of the Art Institute (SAIC).
Fui a visitarlo, me encantó la ciudad y la universidad y solicité en persona.
Para entrar al programa de MFA (Master of Fine Arts), Sebastián tiene que obtener primero un Post-Baccalaureate, un certificado que sirve para reforzar lo que estudió en la UPR. Una vez pasa por ese año preparatorio, es aceptado en el programa de maestría.
Pasé 3 años increíbles en Chicago. Lo importante de Chicago es que se te van todas las lagunas que tienes del arte. Uno va creyéndose el mejor artista y cuando llegas allí te das cuenta que no, que hay que meter mano.
Fue una etapa de inmersión en el arte a tiempo completo. Clases, charlas, museos, galerías, películas. Asimismo, fue un tiempo de experimentación, de salirse de la zona de confort para explorar nuevos territorios artísticos.
El tercer año fue el más importante. En el tercero es que uno vuelve a sus raíces pero con otra perspectiva. Los últimos cuadros que hice en Chicago fueron los mejores y por ahí seguí. Son la base de lo que he hecho hasta ahora.
Natalia termina su estancia en Argentina y vuelve a Puerto Rico a buscar trabajo. Un día pasa frente a un restaurante que no conocía en el local que hoy ocupa La Hacienda en Miramar.
Dejé mi resumé con un muchacho y a los 2 días me llamaron. Cuando llego me entero que el restaurante era de Alfredo Ayala.
El chef Alfredo Ayala. Graduado en ingenería de la UPR en Mayagüez, cocinero de excelencia por vocación. Propietario de restaurantes memorables como Ali-Oli y Chayote. Delirio, el proyecto culinario al que llega Natalia, abre del 2006 al 2010.
Alfredo era una persona bien creativa, de visiones bien claras, con un paladar increíble. Me cuentan después que él no quería que me contrataran, que quería a alguien con más experiencia. Eso me jugó a favor porque terminó al lado mío, probando y dando instrucciones. Y poco a poco se abrió conmigo. Al final se formó algo lindo.
Viviendo en Nueva York, Sebastián recibe una invitación del Programa de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Le ofrecen tener una exhibición en el Arsenal de la Marina en el Viejo San Juan y decide hacer una retrospectiva de sus últimos ocho años de trabajo.
Llamé a muchos coleccionistas para que me prestaran las obras. A través del coleccionista José Hernández Castrodad, conseguí fondos para el catálogo y las instalaciones. Y montamos el show con la ayuda del galerista Izam Zawahra Alejandro.
Paramnesia, su primera exhibición individual en un espacio institucional, abrió al público de abril a agosto del 2016.
Natalia estuvo presente la noche de apertura y recuerda esa experiencia con mucha emoción.
Esa fue una de las exposiciones más grandes que Sebastián ha hecho. Ese momento representa ese orgullo, mi hermano como artista, que yo siempre he dicho que es un artistazo. Para mí, ese momento fue como ‘se lo merece’.
Cocina de campo tradicional con influencias globales.
Eso era Finca, un proyecto culinario liderado por Natalia en colaboración con la empresa Cincosentidos.
El restaurante abre en octubre del 2016 dentro de Paseo Caribe en Puerta de Tierra. La misión de Finca era tener una oferta creativa resaltando el producto local en temporada. Por primera vez en su carrera, Natalia está a cargo de diseñar un menú.
Natalia también se encarga de hacer networking con agricultores alrededor de la isla para organizar una red de proveedores, un sistema que no existía en Puerto Rico. Así pudo desarrollar una cadena de suministro que le permitía recibir los productos más frescos de forma regular, incluso diariamente.
El discurso antes era que se compraba producto local pero que no era consistente. Pude demostrar que es real hacerlo a volumen, día a día. Pero para eso había que crear una relación directa y un compromiso económico de ‘te voy a comprar las 50 libras’. [En Finca] llegué a hacer un 90% de producto local. A volumen, eso no se vaciaba.
Hasta que pasa el huracán María en el 2017. Finca, como muchos otros proyectos, llega a su fin.
Natalia pasa los próximos 2 años cocinando para eventos privados hasta que recibe una invitación: abrir su propio proyecto gastronómico dentro del espacio cultural Pública.
Así nace Cocina al Fondo, un concepto basado en tres pilares: intuición, producto y tradición. La intuición de dejarse llevar por los ingredientes más allá de la receta. Un menú que fluye de acuerdo con la abundancia del producto. Y un esfuerzo por crear platos inspirados en la historia de la cocina puertorriqueña.
Heredero de lo había sido Finca, este concepto también resalta la labor de los agricultores y pescadores locales que proveen calidad de forma consistente.
Ese primer local del restaurante, en la Ave. Ponce de León, abre desde febrero del 2019 hasta marzo del 2020, cuando tiene que cerrar por la pandemia.
Durante el encierro, Natalia le comenta a su compañera Karla que ve a Cocina al Fondo en una casa antigua. Al poco tiempo, Karla encuentra la casa. Ahí se asocian para lanzarse a un proceso de remodelación, transformando esa casa de la calle San Juan en el local que ocupa actualmente.
Antes de la pandemia, cuando todavía vivía en Nueva York, Sebastián pinta un cuadro que no se parece a los que había hecho hasta ese momento.
No lo podía incluir en exposiciones porque no iba con los otros cuadros. Me encantaba pero no sabía cómo involucrarlo. Lo terminé y lo dejé a un lado.
Cuando Natalia abrió el segundo local, antes de ver el espacio, le dije que ese cuadro estaba esperando por Cocina al Fondo. Y se lo regalé para que lo pusiera. Yo sabía que iba a estar perfecto en ese espacio.
En junio del 2023, Natalia viaja a Chicago con una comitiva familiar para asistir a la ceremonia de los James Beard Awards.
Ese año, es una de los finalistas en la categoría de “Best Chef: South” junto a colegas con restaurantes en Alabama, Florida, Mississippi y Louisiana.
Como es un evento de gala que celebra lo mejor de una industria, a menudo se le describe como los Premios Óscar del mundo culinario.
Cuando veía los óscares por televisión, Sebastián siempre se fijaba en la reacción de los ganadores, con los familiares celebrando y el público aplaudiendo. ¿Cómo se sentirá eso?, se preguntaba.
La noche de los James Beard, en vivo desde el Lyric Opera of Chicago, pudo entender el impacto de la experiencia.
Yo tenía taquicardia, de los nervios. Cuando Monti Carlo sube [a anunciar el premio], ya yo sabía. Y cuando Natalia gana, eso estuvo demasiado, la emoción. Ese fue el momento más increíble. Natalia se quedó con el canto.
La primera chef de Puerto Rico en ganar un premio de la prestigiosa James Beard Foundation.
Sebastián regresa a Chicago en agosto del 2023 para la apertura de la exhibición “entre horizontes: Art and Activism Between Chicago and Puerto Rico”.
La muestra, organizada por la curadora puertorriqueña Carla Acevedo-Yates, reunió piezas de dieciocho artistas que han tenido una fuerte conexión - personal y profesional - con la isla y la ciudad de Chicago.
Para Sebastián, tener dos de sus cuadros en el MCA Chicago fue una oportunidad única ya que pudo exponerlos junto a obras de varios amigos y profesores que ahora son sus colegas.
Todo el grupo estuvo brutal. Me sentí bien de estar rodeado de tanta gente que admiro. Candida Alvarez, profesora. José Lerma, amigo y profesor. Ángel Otero, amigo. Nora [Maité Nieves], amiga y contemporánea, nos graduamos en Chicago a la misma vez. Omar Velázquez, amigo.
Y las pinturas se veían súper bien. Imagínate, uno va a ese museo tantas veces y de momento ver tus cuadros ahí. La emoción.
La exhibición estuvo abierta hasta mayo del 2024 y la reportera Ana Belaval, boricua que vive en Chicago, grabó un segmento en el museo para el noticiero del canal WGN.
Actualmente, Sebastián vive con su esposa Nicole en uno de los vecindarios más antiguos de Austin, Texas. Sigue dedicado al arte a tiempo completo, ahora más teniendo el taller cerca.
En la casa puedo pintar más a menudo y se sienten los cuadros con más trabajo. Están quedando mejores pero son más difíciles de hacer.
Ya se está preparando para lo que será su primera exposición individual en un museo. La exhibición está programada para el 2026 en el MOCA Jacksonville, el museo de arte contemporáneo de la Universidad de North Florida.
A pesar de la distancia, Puerto Rico nunca está lejos.
A veces pinto y me imagino que estoy en el campo de mi abuela, la finca en Gurabo. Es un jardín botánico aquello allí. Cuando voy a la isla, esa es la parada principal. Siempre que voy, tiro muchas fotos y después las uso en mis cuadros.
Natalia agradece haber crecido rodeada de arte porque le permite, no solamente usar su imaginación, sino también vivir la cocina desde otra perspectiva, enfatizando la parte humana en todo lo que hace.
Sin embargo, en estos momentos, no se siente como una artista culinaria.
Me siento como una cocinera tradicional y una empresaria joven. Todos los días me asombra, aprendo mucho. Pero siento que este momento me está llevando a esa madurez de poder expresarme con otra visión y creo que ahí la parte creativa va a despertar desde otros lugares.
El Cocina al Fondo de la calle San Juan ya cumple 3 años. El restaurante sigue ganando popularidad y Natalia mantiene su compromiso de exaltar la cocina puertorriqueña.
Hubo un momento de mi vida que dije ‘voy a trabajar sobre la identidad culinaria de mi país desde un lugar simple, como una fonda.’ Voy a crear una fonda. Que te atiendan bien, con cariño. Eso es lo que he estado haciendo y ya veremos adónde nos lleva esto.